sábado, 6 de febrero de 2016

10 razones para no trabajar desde la resiliencia (1a. Parte)


Hay un enorme boom del término de la resiliencia, hay quienes la entienden como algo individual y atado sólo a la motivación y optimismo, hay quienes lo entendemos más como un proceso de interacción constante entre lo personal y lo comunitario, con implicaciones políticas y de salud pública, y hay también sus detractores que creen que hablar de resiliencia es sólo juegos, simulación y autoayuda sin fundamento científico alguno.

Para todas y todos hay espacio de comunicación y construcción, por lo que considero es necesario hablar de los contras también así que, aquí, comparto algunas reflexiones surgidas de mi práctica, estudios y experiencia del porqué muchas personas o instituciones llegan a pensar que se debería evitar trabajar con la perspectiva de la resiliencia.



1.- Le quita lo mortificante a la vida (y le apuesta a lo vivificante). 

Las ciencias de la salud han logrado afianzar su éxito a partir del gran sufrimiento, miedo y culpa que algunas religiones occidentales establecieron como indispensables para alcanzar la "salvación" y,  durante muchos años, es a partir del terror a la enfermedad que tanto las industrias farmacéuticas como médicos, psicoanalistas y psicólogos en general han ofertado sus servicios, como la tabla de salvación ante tan "certeras muestras de muerte en vida". Cuando logran sembrar el miedo a lo desconocido y se erigen como única respuesta para evitarlo, tienen no sólo clientela fiel, sino devota y dependiente. Establecen su producto,  técnica o método como único camino a la "salvación" de la salud y la humanidad.

La resiliencia, por el contrario, le apuesta a la vida y a los diferentes elementos que nos mantienen en la salud, en la felicidad y el movimiento. En libertad y no dependencia a quienes se dicen "expertos" y sus formas de trabajo (y cobro).

Quienes verdaderamente trabajamos en el promoción de la resiliencia sabemos que no hay una única receta ni fórmula y que, en todos los casos, el/la profesional del salud y sus saberes no son los protagonistas de la vida de la persona o comunidad  que busca su salud y bienestar, sino un/a tutor/a o acompañante que buscará lo mejor posible en el tiempo que le toque coincidir en la vida de quien le busca, con un enfoque pro persona, su autonomía, dignidad y máximo nivel de calidad de vida y bienestar posibles.


2.- Pone a dialogar a varias disciplinas y experiencias de vida.

Si dialogar entre personas es complejo, requiere de tiempo, profundo interés por comprender y hacerse entender para crear algo nuevo y compartido, mucho más lo es entre disciplinas (y sus representantes) que durante tanto tiempo se han especializado sólo en su área, lenguaje y sistema de ideas con la rigurosidad científica necesaria para abonar verdadera y realmente al desarrollo de la humanidad.

La resiliencia busca crear ese espacio compartido y sistemático de experiencias y saberes de diferentes disciplinas científicas dando lugar también a las experiencias empíricas y sumando en una misma vía. Busca el diálogo profundo y al servicio particular en el caso, no del caso.

Más allá del eclectisismo, busca un enfoque holístico que integre, en un pensamiento complejo y ético, los diferentes saberes y sentires que ayudan al saludable desarrollo no sólo de la persona, sino de la comunidad, el ecosistema y todo a lo que trascienda, incluyendo generaciones venideras.

Si dialogar, acordar e integrar no es lo tuyo, ahórrate el cansancio y evita conocer de resiliencia y su ética promoción.

3.- Empodera a la población (identifica sus recursos y los potencializa).

Al reconocer que cada persona, grupo y comunidad tiene una historia, experiencias y bagaje distinto, la perspectiva de la resiliencia sabe, reconoce y visibiliza que las fortalezas y las estrategias para su uso ante determinada adversidad son únicas para cada situación y momento particular y que, si bien una ayuda externa puede movilizar o profundizar en ciertos aspectos que transforman la adversidad en oportunidad para el crecimiento, la/el verdadera/o profesional en resiliencia no buscará un modelo y forma única a repetir y multiplicar en cada lugar (muchas veces, más para su lucimiento personal), sino que fomentará la apertura de espacios de participación real en los que las personas decidan, con conocimiento de causa y consecuencia, qué estrategias utilizar para su propio saludable desarrollo y crecimiento como parte de algo más grande y trascendental.

Las personas, con este conocimiento, podrán entonces decidir de manera libre e informada, autodeterminada, cómo organizar sus propios recursos para su propio bienestar y el de su comunidad, reconociendo su PODER PARA una verdadera y profunda transformación y organización conjunta.
Vaya, tal vez hasta exijan que las instituciones cumplan con las funciones para las que fueron creadas y busquen la garantía de sus derechos para alcanzar el mayor nivel de calidad de vida y felicidad posibles, además de aportar sus propios saberes y creaciones para la comunidad en su conjunto.


4.- Hace que las personas dejen de depender del asistencialismo. 

Con una persona o comunidad empoderada, es más que evidente que el siguiente paso es que decidan a quién, cuándo, cómo y hasta qué nivel pedir apoyo y ayuda en redes de solidaridad, teniendo claro los niveles de implicación y compromiso. Y se organicen.

De esta manera, ni las personas ni las comunidades dependerán del Sujeto (o Institución) de Supuesto Saber y sus prácticas y perspectivas asistencialistas y directivas, porque reconocerán su propio poder para la transformación y organización colectiva y comunitaria, y usarán los recursos comunitarios sabiamente, para no tener que seguir dependiendo indefinidamente de ellos, ni agotarlos prematuramente. Sabrán que la asistencia o apoyo instrumental es necesario como parte de un proceso para su crecimiento, pero que no es lo único para alcanzar la sustentabilidad y autonomía.

Esto no es redituable para quien se enriquece con la pobreza y miseria ajena, ni seguro para quien vive gracias a las situaciones de opresión o sumisión ajenas, o gracias a la explotación del entorno.

Evite la resiliencia a toda costa si usted pertenece a estos grupos de poder. O juegue a que cree en ella y use la palabra para seguir legitimando su opresión y fascismo, sin dar pie a la verdadera participación ciudadana.

5.- Suma voluntades de varios sectores poblacionales y actores de la sociedad civil (y las coordina).

Cuando la resiliencia se trabaja a profundidad, se entiende que su desarrollo no es un proceso individual ni mucho menos aislado, que es indispensable tejer y fortalecer las redes de apoyo, cooperación y solidaridad y reconoce las fuerzas, funciones, responsabilidades y roles de cada actor social, grupo o institución involucrados en la transformación de la adversidad.

La resiliencia busca sumar, nuevamente a través del diálogo, la participación y la coordinación, dichos esfuerzos en los diferentes niveles, convirtiéndoles en mecanismos comunitarios al servicio de la salud, la felicidad y la justicia social, incluso para generaciones venideras y el medio ambiente, dando tiempo a los procesos de organización y toma de decisiones.

Coartar el diálogo, impedir la crítica e imposibilitar la participación para la toma de acuerdos comunes es dificultar el desarrollo resiliente de las comunidades y personas que la integran. La transformación de conflictos desde una cultura de paz es fundamental para el desarrollo de la resiliencia comunitaria.

Este esfuerzo por eliminar protagonismos y centralismo, toma de decisiones unilaterales e impositivas, por buscar una participación activa de la ciudadanía, es una razón de peso (y pesos $'s) para evitar trabajar la verdadera promoción de la resiliencia.

Escalera de participación ciudadana.


En común-unión, desde el reconocimiento y respeto a la dignidad, las diversidades y procesos, se construye y teje la resiliencia para el bien-estar compartido.

Continuamos con las otras 5 razones en un próximo post.
¿Qué opinas, hasta el momento?

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