sábado, 27 de febrero de 2016

Una Otra lectura de la rueda de la RESILIENCIA.

Generalmente, al hablar de la resiliencia, se hace desde la perspectiva de las "víctimas", "sobrevientes" o grupos vulnerados.

¿Cuándo comenzamos a hablar de LA RESILIENCIA DEL PODEROSO?

Ese lograr "rehacerse" del violentador, agresor, victimario, déspota, abusador que, gracias a diferentes circunstancias, se rehace y comienza a renunciar a sus privilegios para verdaderamente construir en común-unión, para la común-unidad. Desde y para la Paz. Desde la ética real.

Ese proceso también es complejo, también vale la alegría acompañarlo, desarrollarlo en lo personal, y fomentarlo en lo comunitario.

El trabajo que se hace para sanar las heridas de quienes ahoran hieren suele hacerse, nuevamente, desde la visión de víctima "de las circunstancias", de la sociedad, de la cultura. Es necesario, sí, sanar dichas heridas y trabajar en lo profundo. Y sabemos que no es trabajo rapido, fácil ni mucho menos de resultados inmediatos. Pero hace falta algo más, de manera urgente.

Hay mucho trabajo para el desarrollo de "nuevas masculinidades", más afectivas, conscientes y comprometidas con la equidad y la justicia social. Con cambios en la distribución del trabajo y formas de organización social.

Esas masculinidades que, poco a poco, se van formando y haciendo cambios en ciertos ámbitos de lo cotidiano. Generalmente dirigidas a hombres que ya han comenzado un camino de reflexión y reestructuración de patrones, conductas y pensamientos dañinos. Hay un grado de voluntad, una cierta inclinación ya al cambio... ¿Y para quienes no quieren hacerlo, pues no ven razón alguna para renunciar a sus privilegios?

Hablar de Resiliencia sin ir al fondo de un sistema económico y político que preserva los privilegios de unos grupos sobre otros es un arma de doble filo. Se le puede estar enseñando al opresor, sin consciencia, técnicas que podrá seguir usando para la obediencia y supuesta comodidad de aquellxs a quienes oprime. Se le dan "armas" en su guerra por conservar el poder.

¡Y qué peligroso es! Pues, si hay algo peor que un esclavo, es un esclavo convencido, y en este camino me he encontrado con muchas personas que usan la RESILIENCIA y su enseñanza como algo para seguir "escalando", usando a la comunidad sólo como el trampolín para sus intereses personales, seduciendo oídos y mentes para continuar ostentando el poder y, cuando alguien hace una critica a su proceder, le excluyen desde juicios de " negativista", "problemático" o "agitador". Vaya, el patito feo del grupo de quienes creen (supuestamente) que los patitos feos tienen segundas oportunidades. Y perpetuar su poder.

La Resiliencia busca no sólo enfrentar el conflicto, adversidad o trauma, sino también ir al fondo de las cosas para evitar se repita una y otra vez. Además de enseñar o acompañar en el aprendizaje de quien se libera y crece ante la adversidad, ¿en qué momento trabajamos para que quien genera esa adversidad (persona, institución, sistema político o económico) deje de hacerlo? Para que la RESILIENCIA no se convierta en una herramienta más al servicio de quien oprime y abusa. Para que no sea usada como una herramienta más para " convencer a los esclavos que no podrían estar mejor bajo otro yugo".

Tal vez ya se esta haciendo, de manera sutil y paulatina, ahondando en las fortalezas de quienes viven la adversidad. Estoy seguro que se está haciendo ya.

Pero, ¿si además tomáramos los ejemplos que la educación para la paz y los feminismos nos han dado para transformar la injusticia en equidad y trabajar desde la cooperación y el respeto irrestricto a las diversidades y afrontar los conflictos de manera positiva?


Tomando entonces la rueda de la resiliencia como base, mi práctica me ha llevado a precisar de manera un poco más visible ciertas cosas en cada área:

1.- Enriquecer los vínculos pro sociales.
Desde un enfoque que incluya no sólo la cooperación y solidaridad en abstracto, sino que hable de los buenos tratos entre hombres y mujeres visibilizando los estereotipos sexistas y las formas en que se diluyen, promoviendo la equidad y formas de relacionarnos respetuosas y amorosas, desde la ética del cuidado y la pedagogía de la ternura.

2.- Fijar límites claros y firmes.
Hablar de la violencia machista, de sus manifestaciones y los micromachismos es fundamental para su erradicación. Visibilizar las distintas formas de discriminación y fomentar la tolerancia para después trabajar a profundidad en la educación desde el respeto y la celebración de las diferencias permite que se cesen las agresiones y abusos de poder, además del acoso y otras formas de violencia que van mermando el tejido social. Hablar de la explotación y el abuso de poder, los mecanismos de control y manipulación impulsará a su derrocamiento.

3.- Enseñar "habilidades para la vida".
Si trabajamos en las 10 habilidades para la vida que promueve la Organización Mundial de la Salud (y no sólo en habilidades=oficios o técnicas de supervivencia, como he visto a muchxs profesionales hacerlo), impulsaremos la provención tan necesaria que nos convida la educación para la paz, haciendo énfasis en una profunda transformación de las condiciones que mantienen la injusticia a nivel social desde la empatía y la autoregulación de emociones y manejo del estrés hasta la transformación de conflictos, la comunicación asertiva y el cuidado de las relaciones por encima del alcance de los objetivos o metas.

4.- Brindar afecto y apoyo.
Desde lo fundamental, desde el ser, no para que soporte y aprenda nuevas formas de encarar las mismas adversidades una y otra vez, sino también para cambiar las condiciones materiales, culturales y subjetivas que le mantienen en estrés y riesgo constante. No sólo es un apoyo emocional el necesario sino también el informativo, instrumental y espiritual, de manera coordinada, colaborativa y con miras a constuir un mundo donde quepan todos los mundos.

5. Establecer y transmitir expectativas elevadas.
Alejándonos de la perspectiva de competencia y exitismo que el sistema económico y político preponderante exige y nos lleva a seguir presxs de su lógica de consumo sino, por el contrario, aquel que se basa en la pedagogía de la esperanza que nombró Freire y que busca acciones comunes para el bienestar común, donde "nadie libera a nadie y nadie se libera a solas, sino que nos liberamos todas y todos en conjunto". Donde cada quien reconocemos la importancia de nuestro ser y hacer como parte decalgo más grande y de mayor trascendencia.

6.- Brindar oportunidades de participación significativa.  
Que vayan desde la participación real en las tareas domésticas, las labores de crianza afectiva, la participación social en asuntos de interés publico y el acceso a trabajo digno, educación de calidad y salud integral, con un enfoque pro persona y el impulso a la organización comunitaria para la autonomía y sustentabilidad. Buscando que esa participación sea real y efectivamente desde la común-unión y para la común-unidad.

Tal vez si ahondamos más en estos temas podemos, más pronto y mejor, ver los cambios culturales y estructurales profundos y necesarios para que trabajemos sólo en la promoción de la resiliencia primaria y cada vez menos para la Re-elaboración de los traumas y adversidades.




O, ¿tú qué opinas?

domingo, 21 de febrero de 2016

La "violencia" de enunciar LA Violencia.

Es algo común, tanto en espacios terapéuticos, de educación y de convivencia cotidiana escuchar que estamos en contra de las violencias, e incluso señalarla en las oportunidades que se nos presentan.
Igual de común me ha resultado encontrar que las personas solemos ofendernos cuando se nos señalan NUESTRAS formas de ejercer violencia y, en ocasiones, hasta a eso le llamamos "violencia" (así, entrecomillado, pues no lo es).

Pareciera de pronto un ciclo interminable señalar las violencias ajenas y evitar aceptar y trabajar las propias, proyectándolo todo al exterior.

Creo yo esto es por tres causas principales:

1. Sabemos que no queremos violencia, pero no sabemos aún lo que es a ciencia cierta.

2. Nos duele recibir la etiqueta de "violentos" por el peso de ésta.

3. Nos cuesta trabajo aceptar que también está en mí lo que no quiero en el mundo y que tanto me ha lastimado previamente.

Cierto es que todas y todos hemos vivido y ejercemos distintos tipos e intensidades de violencia (no es la finalidad de esta publicación hablar de quién más o más dañina, a eso dedicaré otros espacios) y lo que buscamos en realidad es el bienestar y felicidad. Por eso, lo que aquí planteo son tres pasos iniciales para hacernos cargo de nuestras propias violencias y comenzar el camino a su renuncia.

Mientras no aceptemos el decir y sentir de otras personas con respecto a nuestro propio actuar, difícilmente podremos generar un cambio pertinente. Vaya, ni siquiera lo notaremos necesario.

Por lo que te propongo que, la próxima vez que alguien te diga violento o que "ejerces violencia ", antes de dejarte llevar por el sentimiento de ofensa, escuches a profundidad con atención a la otra persona, y consideres lo siguiente:

1. Si la violencia es "el abuso de poder que ejerce un daño, aunque no sea su intención ", haz una pausa y escucha el fondo: la otra persona se siente lastimada y cree que estás abusando de tu poder (aunque no sea tu intención ). Además es muy probable que, efectivamente, estés abusando de tu poder y privilegios (aún sin notarlo). Cesa de hacerlo.

2. Si la etiqueta pesa y duele tanto es porque no la quieres en tu vida. Con base en eso, recuerda que esta es una oportunidad para aprender de tus relaciones y cambiar conductas y actitudes que pueden estar dañando a otras personas que quieres. Presta atención, busca comprender y recibe con ternura la oportunidad del aprendizaje, cambio y crecimiento.

3. Reconoce el dolor que te genera el mero hecho de saber sobre la violencia, reconoce que tú también la has vivido y te ha lastimado y que tal vez por eso no encuentras otras formas de expresarte o relacionarte. Eso es lo que has aprendido hasta el momento. Pero es justo en este momento, cuando alguien más te dice que estás ahora tú repitiendo ese daño, cuando tú puedes romper el ciclo y buscar apoyo para el cambio necesario por el bienestar, la paz y la común-unión .




No estoy diciendo que tu proceso para renunciar a tus violencias será rápido, lineal ni fácil, pero sí indispensable, urgente y posible.

Tampoco aseguro que toda actitud o característica tuya que la otra persona interpreta como violencia,  necesariamente lo sea, pero sí es algo que ocasiona un malestar y es digno de prestar atención y reflexionar sobre los cambios que puedes hacer para sanar las relaciones (regresa al punto 1).

Si crees que vale la pena esforzarte para generar este cambio, busca y fortalece las redes de apoyo que sabes te brindan paz y crecimiento,  ya sea con textos de autoayuda, con profesionales de la salud mental, mediante la práctica de una disciplina espiritual, con cursos o espacios de educación o formación, o como lo vayas considerando necesario y pertinente.

Pero hazlo ya.

Por tu salud, bienestar, y amor propio y a todas las personas que te son significativas.
Cuando recaigas (porque pasará), repite, vuelve a intentarlo y busca nuevas formas.

No abandones, y sigamos en la construcción de relaciones sanas y nutrientes.


domingo, 14 de febrero de 2016

10 razones para no trabajar desde la resiliencia (2a. Parte)

Continuando con las reflexiones, les comparto otras 5 razones que he visto que de manera simplista se convierten en la negación a promover la Resiliencia de manera integral en los distintos ámbitos del desarrollo humano:

6.- Se trabaja no sólo para la prevención, sino para la provención. 
Cuando alguien duda de las perspectivas éticas e integrales de la resiliencia, tal vez sea porque su visión le encierra en cualquiera de estos diez puntos, desde un sólo ángulo y con intereses distintos a los de la comunidad.
Tú, ¿Porqué sí o porqué no haz comenzado a promover la resiliencia de manera consciente?


Mucho del discurso salutogénico nos dice que hay que prevenirlo todo, evitarlo todo y tener vidas casi asépticas, sin "daño" ni "mancha". En esta concepción dicotómica de salud-enfermedad, paz-conflictos, se deja de reconocer la gana de matices que hacen de la vida una experiencia constante de aprendizaje y crecimiento. 
Mientras la prevención "evita", la provención busca "preparar para", de manera que se acepta la posibilidad de que algo suceda y se provee de lo necesario para que suceda de la mejor manera, más saludable, menos dañina y con opción a transformar la crisis en una oportunidad. 
La prevención es "fácil" porque reduce todo a un No absoluto, mientras que la prevención es compleja porque reconoce la multifactorialidad y multicausalidad de las circunstancias y, por ende, busca muchas más herramientas que fortalezcan los distintos factores protectores y los procesos en los que se desarrollan como mecanismos y estrategias de protección. 
Para hacer provención, se necesita conocer la historia, contexto, potencialidades, deseos y dinámicas y fortalecer aquello que será necesario en cada circunstancia particular. 

7.- Hay tantas formas de promoverla como personas en proceso de crecimiento y desarrollo.
Nuevamente, la resiliencia se teje con varios hilos a la vez, de manera constante y respetando procesos diferentes. Lo que a una persona, institución, grupo o comunidad le sirvió, no necesariamente le va a servir a otro. Vaya, tal vez ni al mismo, en un momento distinto de su vida. 
Aunque existen factores y experiencias comunes, la resiliencia no es algo que prescribe fórmulas exactas, sino que acompaña en la adecuada elección de estrategias según cada caso y momento, entendiendo y respetando que en momentos podrá haber "retrocesos" que, en realidad, son momentos para reafianzar los aprendizajes. 
Los diferentes elementos que promueven la resiliencia no provienen de una única fuente ni manera, y sólo sumergiéndonos EN el caso podremos saber qué es lo más pertinente a fomentar o gestionar en dicha circunstancia.
No es para "flojitos" que buscan una única receta inequívoca y que se repique como "franquicia del bienestar y felicidad".
Huya de quien dé la misma receta para todo. 

8.- Da voz al malestar y vida al bienestar.
La verdadera promoción de la Resiliencia busca no ocultar las adversidades, sino identificarlas y conocer a profundidad sus causas, no sólo desde un enfoque problemático y de descripción determinista en el que se asevera que una " infancia infeliz determina un futuro igual" sino que, por el contrario, revisa cada momento de adversidad y busca todas las estrategias que desde el bien-estar se utilizaron para afrontarla, fortaleciendo dichas herramientas y recursos, viendo cómo han evolucionado y crecido para acompañar en el desarrollo saludable.
El malestar tiene un lugar: el del anuncio y alarma de que hay algo por cambiar, y el bienestar y su fortalecimiento es la vía para la liberación del círculo vicioso que nos constriñe al dolor y sus ganancias secundarias, poniendo en primer término lo que sí queremos para nuestra vida sin pasar por el viacrucis del sufrimiento para la sanación.

9.- Promueve la esperanza, la creatividad y el sentido de vida.
El miedo exacerbado paraliza, nos genera la idea de que cualquier movimiento nos llevará a perder lo más preciado que tenemos y nos puede orillar a la indefensión aprendida, mientras que la esperanza libera, nos plantea la eterna posibilidad de crear, buscar y encontrar nuevas alternativas no sólo para alcanzar la felicidad, sino para darle un sentido a cada momento vivido que nos encamina a la felicidad y bien-estar.
La esperanza que promueve la perspectiva de la Resiliencia nos permite confiar en que, en el momento adecuado, sabremos obtener el mejor de los aprendizajes de la peor de las situaciones y ponerlo al servicio de la construcción positiva de nuestro ser, nuestro andar y la común-unidad.
Encontraremos respuestas a preguntas que nunca antes nos habíamos planteado y seremos capaces de crear nuevas estrategias de afrontamiento con la certeza de que caminamos hacia nuestra propia utopía.

10.- Brinda segundas oportunidades y respeta los tiempos y procesos personales.
Sí. La Resiliencia y quienes creemos en ella sabemos que, "aunque el árbol crece toricdo y jamás su tronco endereza", tiene siempre la tendencia de elevar sus ramas a la luz, de fortalecer sus profundas raíces y seguir dando los frutos y sombras para los que el ecosistema le necesita y ha dado lugar en la existencia.
La resiliencia no busca que cada árbol (siguiendo con la analogía ) sea igual al de a lado pues reconoce, respeta y honra la biodiversidad, lo majestuoso de un bosque con sus distintas formas de vida que crecen y se desarrollan de maneras distintas, en diferentes épocas del año, que florecen de distinta manera, colores y aromas, y que su desarrollo siempre es el preciso cuando lo hacen de una manera cooperativa y en sintonía con el resto de la comunidad, de la vida y su florecer. Sabemos que el florecer y el soltar las hojas son todos procesos necesarios para seguir en común-unión y como parte de algo mas grande, trascendental. 




Tal vez, cuando escuches que alguien está en contra de la promoción de la resiliencia es porque no conoce de qué trata o, peor aún, porque lo sabe y ve en ella el riesgo de perder su poder, sus privilegios y la oportunidad de seguir sus intereses individualistas.

Tú, ¿porqué sí o porqué no promueves la resiliencia de manera consciente y constante?

sábado, 6 de febrero de 2016

10 razones para no trabajar desde la resiliencia (1a. Parte)


Hay un enorme boom del término de la resiliencia, hay quienes la entienden como algo individual y atado sólo a la motivación y optimismo, hay quienes lo entendemos más como un proceso de interacción constante entre lo personal y lo comunitario, con implicaciones políticas y de salud pública, y hay también sus detractores que creen que hablar de resiliencia es sólo juegos, simulación y autoayuda sin fundamento científico alguno.

Para todas y todos hay espacio de comunicación y construcción, por lo que considero es necesario hablar de los contras también así que, aquí, comparto algunas reflexiones surgidas de mi práctica, estudios y experiencia del porqué muchas personas o instituciones llegan a pensar que se debería evitar trabajar con la perspectiva de la resiliencia.



1.- Le quita lo mortificante a la vida (y le apuesta a lo vivificante). 

Las ciencias de la salud han logrado afianzar su éxito a partir del gran sufrimiento, miedo y culpa que algunas religiones occidentales establecieron como indispensables para alcanzar la "salvación" y,  durante muchos años, es a partir del terror a la enfermedad que tanto las industrias farmacéuticas como médicos, psicoanalistas y psicólogos en general han ofertado sus servicios, como la tabla de salvación ante tan "certeras muestras de muerte en vida". Cuando logran sembrar el miedo a lo desconocido y se erigen como única respuesta para evitarlo, tienen no sólo clientela fiel, sino devota y dependiente. Establecen su producto,  técnica o método como único camino a la "salvación" de la salud y la humanidad.

La resiliencia, por el contrario, le apuesta a la vida y a los diferentes elementos que nos mantienen en la salud, en la felicidad y el movimiento. En libertad y no dependencia a quienes se dicen "expertos" y sus formas de trabajo (y cobro).

Quienes verdaderamente trabajamos en el promoción de la resiliencia sabemos que no hay una única receta ni fórmula y que, en todos los casos, el/la profesional del salud y sus saberes no son los protagonistas de la vida de la persona o comunidad  que busca su salud y bienestar, sino un/a tutor/a o acompañante que buscará lo mejor posible en el tiempo que le toque coincidir en la vida de quien le busca, con un enfoque pro persona, su autonomía, dignidad y máximo nivel de calidad de vida y bienestar posibles.


2.- Pone a dialogar a varias disciplinas y experiencias de vida.

Si dialogar entre personas es complejo, requiere de tiempo, profundo interés por comprender y hacerse entender para crear algo nuevo y compartido, mucho más lo es entre disciplinas (y sus representantes) que durante tanto tiempo se han especializado sólo en su área, lenguaje y sistema de ideas con la rigurosidad científica necesaria para abonar verdadera y realmente al desarrollo de la humanidad.

La resiliencia busca crear ese espacio compartido y sistemático de experiencias y saberes de diferentes disciplinas científicas dando lugar también a las experiencias empíricas y sumando en una misma vía. Busca el diálogo profundo y al servicio particular en el caso, no del caso.

Más allá del eclectisismo, busca un enfoque holístico que integre, en un pensamiento complejo y ético, los diferentes saberes y sentires que ayudan al saludable desarrollo no sólo de la persona, sino de la comunidad, el ecosistema y todo a lo que trascienda, incluyendo generaciones venideras.

Si dialogar, acordar e integrar no es lo tuyo, ahórrate el cansancio y evita conocer de resiliencia y su ética promoción.

3.- Empodera a la población (identifica sus recursos y los potencializa).

Al reconocer que cada persona, grupo y comunidad tiene una historia, experiencias y bagaje distinto, la perspectiva de la resiliencia sabe, reconoce y visibiliza que las fortalezas y las estrategias para su uso ante determinada adversidad son únicas para cada situación y momento particular y que, si bien una ayuda externa puede movilizar o profundizar en ciertos aspectos que transforman la adversidad en oportunidad para el crecimiento, la/el verdadera/o profesional en resiliencia no buscará un modelo y forma única a repetir y multiplicar en cada lugar (muchas veces, más para su lucimiento personal), sino que fomentará la apertura de espacios de participación real en los que las personas decidan, con conocimiento de causa y consecuencia, qué estrategias utilizar para su propio saludable desarrollo y crecimiento como parte de algo más grande y trascendental.

Las personas, con este conocimiento, podrán entonces decidir de manera libre e informada, autodeterminada, cómo organizar sus propios recursos para su propio bienestar y el de su comunidad, reconociendo su PODER PARA una verdadera y profunda transformación y organización conjunta.
Vaya, tal vez hasta exijan que las instituciones cumplan con las funciones para las que fueron creadas y busquen la garantía de sus derechos para alcanzar el mayor nivel de calidad de vida y felicidad posibles, además de aportar sus propios saberes y creaciones para la comunidad en su conjunto.


4.- Hace que las personas dejen de depender del asistencialismo. 

Con una persona o comunidad empoderada, es más que evidente que el siguiente paso es que decidan a quién, cuándo, cómo y hasta qué nivel pedir apoyo y ayuda en redes de solidaridad, teniendo claro los niveles de implicación y compromiso. Y se organicen.

De esta manera, ni las personas ni las comunidades dependerán del Sujeto (o Institución) de Supuesto Saber y sus prácticas y perspectivas asistencialistas y directivas, porque reconocerán su propio poder para la transformación y organización colectiva y comunitaria, y usarán los recursos comunitarios sabiamente, para no tener que seguir dependiendo indefinidamente de ellos, ni agotarlos prematuramente. Sabrán que la asistencia o apoyo instrumental es necesario como parte de un proceso para su crecimiento, pero que no es lo único para alcanzar la sustentabilidad y autonomía.

Esto no es redituable para quien se enriquece con la pobreza y miseria ajena, ni seguro para quien vive gracias a las situaciones de opresión o sumisión ajenas, o gracias a la explotación del entorno.

Evite la resiliencia a toda costa si usted pertenece a estos grupos de poder. O juegue a que cree en ella y use la palabra para seguir legitimando su opresión y fascismo, sin dar pie a la verdadera participación ciudadana.

5.- Suma voluntades de varios sectores poblacionales y actores de la sociedad civil (y las coordina).

Cuando la resiliencia se trabaja a profundidad, se entiende que su desarrollo no es un proceso individual ni mucho menos aislado, que es indispensable tejer y fortalecer las redes de apoyo, cooperación y solidaridad y reconoce las fuerzas, funciones, responsabilidades y roles de cada actor social, grupo o institución involucrados en la transformación de la adversidad.

La resiliencia busca sumar, nuevamente a través del diálogo, la participación y la coordinación, dichos esfuerzos en los diferentes niveles, convirtiéndoles en mecanismos comunitarios al servicio de la salud, la felicidad y la justicia social, incluso para generaciones venideras y el medio ambiente, dando tiempo a los procesos de organización y toma de decisiones.

Coartar el diálogo, impedir la crítica e imposibilitar la participación para la toma de acuerdos comunes es dificultar el desarrollo resiliente de las comunidades y personas que la integran. La transformación de conflictos desde una cultura de paz es fundamental para el desarrollo de la resiliencia comunitaria.

Este esfuerzo por eliminar protagonismos y centralismo, toma de decisiones unilaterales e impositivas, por buscar una participación activa de la ciudadanía, es una razón de peso (y pesos $'s) para evitar trabajar la verdadera promoción de la resiliencia.

Escalera de participación ciudadana.


En común-unión, desde el reconocimiento y respeto a la dignidad, las diversidades y procesos, se construye y teje la resiliencia para el bien-estar compartido.

Continuamos con las otras 5 razones en un próximo post.
¿Qué opinas, hasta el momento?