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domingo, 25 de diciembre de 2016

Florecer en plenitud

No todo el año puedes florecer.
Al menos no igual.
Y está bien.
También está muy bien que mantengas en tu Sentipensar algunos principios para cuidar de ti, de tu florecer y tus frutos, de tu andar.

Te comparto siete tips que pueden recordarte en este nuevo ciclo cómo amar tus tiempos y etapas para florecer desde el interior y con #AmaHabilidad:

1.- Procura desenvolverte en ambientes nutricios y ricos para tu ser. Rodéate de gente, palabras, acciones e ideas que alimenten tu voluntad para estar bien, feliz, saludable.

2.- Acompáñate de tutorxs que te apoyen a crecer y te den soporte cuando sea necesario. Aprende a pedir y recibir ayuda, tanto de tus amores y amistades, como de profesionales certificadxs.

3.- Celebra tanto la luz del día como la oscuridad de la noche, el viento y el agua. Todo, en justa medida, te ayuda a crecer. Hasta el estiércol es abono cuando lo sabes aprovechar. Resiliencia ante la adversidad.

4.- Ten raíces tan profundas como alto quieres llegar y tan fuertes como abundante quieres sea tu follaje. Como es afuera, es adentro y para ello tienes que prepararte con paciencia y dedicación.

5.- Si eres Olmo, honra tu ser y no te exijas peras. Sé la mejor versión de ti, y no de algo/alguien más. ¡Es tu propia naturaleza! ¡Gózala con su frescura y magnificencia!
Descubre por tu propia cuenta todo lo variado y rico que un Olmo puede ser y hacer. Aprovecha tus propias fortalezas.

6.- Reconoce que para todo hay épocas; disfruta tus procesos en cada estación y vive tus inviernos, primaveras, veranos y otoños sabiendo que es un transitar majestuoso por la vida. No te exijas fuera de tiempos. Fluye.

7.- Recuerda: dar vida y cabida a otros seres en tu majestuosidad te ayuda a florecer y dejar más y mejores semillas. Comparte de ti, tus flores y tus frutos. Comparte también tu sombra y tu cobijo. Ser parte de algo más grande es ya una suerte y placer.

Por último, acuérdate que los árboles florecen cuando están listos.
No antes.
Sin importar cuánto les grites u ordenes desde afuera que lo hagan a tu tiempo.
Respeta y honra tus tiempos, tus procesos, y los del resto de la gente.
Compartamos, mejor, ambientes que a todas y todos nos nutran y ayuden a florecer.
Seguro, también dará más frutos de paz y bienestar.
Para todas y todos.

Afectuosamente
Fernando J. Nieto Reynaldos

domingo, 21 de febrero de 2016

La "violencia" de enunciar LA Violencia.

Es algo común, tanto en espacios terapéuticos, de educación y de convivencia cotidiana escuchar que estamos en contra de las violencias, e incluso señalarla en las oportunidades que se nos presentan.
Igual de común me ha resultado encontrar que las personas solemos ofendernos cuando se nos señalan NUESTRAS formas de ejercer violencia y, en ocasiones, hasta a eso le llamamos "violencia" (así, entrecomillado, pues no lo es).

Pareciera de pronto un ciclo interminable señalar las violencias ajenas y evitar aceptar y trabajar las propias, proyectándolo todo al exterior.

Creo yo esto es por tres causas principales:

1. Sabemos que no queremos violencia, pero no sabemos aún lo que es a ciencia cierta.

2. Nos duele recibir la etiqueta de "violentos" por el peso de ésta.

3. Nos cuesta trabajo aceptar que también está en mí lo que no quiero en el mundo y que tanto me ha lastimado previamente.

Cierto es que todas y todos hemos vivido y ejercemos distintos tipos e intensidades de violencia (no es la finalidad de esta publicación hablar de quién más o más dañina, a eso dedicaré otros espacios) y lo que buscamos en realidad es el bienestar y felicidad. Por eso, lo que aquí planteo son tres pasos iniciales para hacernos cargo de nuestras propias violencias y comenzar el camino a su renuncia.

Mientras no aceptemos el decir y sentir de otras personas con respecto a nuestro propio actuar, difícilmente podremos generar un cambio pertinente. Vaya, ni siquiera lo notaremos necesario.

Por lo que te propongo que, la próxima vez que alguien te diga violento o que "ejerces violencia ", antes de dejarte llevar por el sentimiento de ofensa, escuches a profundidad con atención a la otra persona, y consideres lo siguiente:

1. Si la violencia es "el abuso de poder que ejerce un daño, aunque no sea su intención ", haz una pausa y escucha el fondo: la otra persona se siente lastimada y cree que estás abusando de tu poder (aunque no sea tu intención ). Además es muy probable que, efectivamente, estés abusando de tu poder y privilegios (aún sin notarlo). Cesa de hacerlo.

2. Si la etiqueta pesa y duele tanto es porque no la quieres en tu vida. Con base en eso, recuerda que esta es una oportunidad para aprender de tus relaciones y cambiar conductas y actitudes que pueden estar dañando a otras personas que quieres. Presta atención, busca comprender y recibe con ternura la oportunidad del aprendizaje, cambio y crecimiento.

3. Reconoce el dolor que te genera el mero hecho de saber sobre la violencia, reconoce que tú también la has vivido y te ha lastimado y que tal vez por eso no encuentras otras formas de expresarte o relacionarte. Eso es lo que has aprendido hasta el momento. Pero es justo en este momento, cuando alguien más te dice que estás ahora tú repitiendo ese daño, cuando tú puedes romper el ciclo y buscar apoyo para el cambio necesario por el bienestar, la paz y la común-unión .




No estoy diciendo que tu proceso para renunciar a tus violencias será rápido, lineal ni fácil, pero sí indispensable, urgente y posible.

Tampoco aseguro que toda actitud o característica tuya que la otra persona interpreta como violencia,  necesariamente lo sea, pero sí es algo que ocasiona un malestar y es digno de prestar atención y reflexionar sobre los cambios que puedes hacer para sanar las relaciones (regresa al punto 1).

Si crees que vale la pena esforzarte para generar este cambio, busca y fortalece las redes de apoyo que sabes te brindan paz y crecimiento,  ya sea con textos de autoayuda, con profesionales de la salud mental, mediante la práctica de una disciplina espiritual, con cursos o espacios de educación o formación, o como lo vayas considerando necesario y pertinente.

Pero hazlo ya.

Por tu salud, bienestar, y amor propio y a todas las personas que te son significativas.
Cuando recaigas (porque pasará), repite, vuelve a intentarlo y busca nuevas formas.

No abandones, y sigamos en la construcción de relaciones sanas y nutrientes.


domingo, 14 de febrero de 2016

10 razones para no trabajar desde la resiliencia (2a. Parte)

Continuando con las reflexiones, les comparto otras 5 razones que he visto que de manera simplista se convierten en la negación a promover la Resiliencia de manera integral en los distintos ámbitos del desarrollo humano:

6.- Se trabaja no sólo para la prevención, sino para la provención. 
Cuando alguien duda de las perspectivas éticas e integrales de la resiliencia, tal vez sea porque su visión le encierra en cualquiera de estos diez puntos, desde un sólo ángulo y con intereses distintos a los de la comunidad.
Tú, ¿Porqué sí o porqué no haz comenzado a promover la resiliencia de manera consciente?


Mucho del discurso salutogénico nos dice que hay que prevenirlo todo, evitarlo todo y tener vidas casi asépticas, sin "daño" ni "mancha". En esta concepción dicotómica de salud-enfermedad, paz-conflictos, se deja de reconocer la gana de matices que hacen de la vida una experiencia constante de aprendizaje y crecimiento. 
Mientras la prevención "evita", la provención busca "preparar para", de manera que se acepta la posibilidad de que algo suceda y se provee de lo necesario para que suceda de la mejor manera, más saludable, menos dañina y con opción a transformar la crisis en una oportunidad. 
La prevención es "fácil" porque reduce todo a un No absoluto, mientras que la prevención es compleja porque reconoce la multifactorialidad y multicausalidad de las circunstancias y, por ende, busca muchas más herramientas que fortalezcan los distintos factores protectores y los procesos en los que se desarrollan como mecanismos y estrategias de protección. 
Para hacer provención, se necesita conocer la historia, contexto, potencialidades, deseos y dinámicas y fortalecer aquello que será necesario en cada circunstancia particular. 

7.- Hay tantas formas de promoverla como personas en proceso de crecimiento y desarrollo.
Nuevamente, la resiliencia se teje con varios hilos a la vez, de manera constante y respetando procesos diferentes. Lo que a una persona, institución, grupo o comunidad le sirvió, no necesariamente le va a servir a otro. Vaya, tal vez ni al mismo, en un momento distinto de su vida. 
Aunque existen factores y experiencias comunes, la resiliencia no es algo que prescribe fórmulas exactas, sino que acompaña en la adecuada elección de estrategias según cada caso y momento, entendiendo y respetando que en momentos podrá haber "retrocesos" que, en realidad, son momentos para reafianzar los aprendizajes. 
Los diferentes elementos que promueven la resiliencia no provienen de una única fuente ni manera, y sólo sumergiéndonos EN el caso podremos saber qué es lo más pertinente a fomentar o gestionar en dicha circunstancia.
No es para "flojitos" que buscan una única receta inequívoca y que se repique como "franquicia del bienestar y felicidad".
Huya de quien dé la misma receta para todo. 

8.- Da voz al malestar y vida al bienestar.
La verdadera promoción de la Resiliencia busca no ocultar las adversidades, sino identificarlas y conocer a profundidad sus causas, no sólo desde un enfoque problemático y de descripción determinista en el que se asevera que una " infancia infeliz determina un futuro igual" sino que, por el contrario, revisa cada momento de adversidad y busca todas las estrategias que desde el bien-estar se utilizaron para afrontarla, fortaleciendo dichas herramientas y recursos, viendo cómo han evolucionado y crecido para acompañar en el desarrollo saludable.
El malestar tiene un lugar: el del anuncio y alarma de que hay algo por cambiar, y el bienestar y su fortalecimiento es la vía para la liberación del círculo vicioso que nos constriñe al dolor y sus ganancias secundarias, poniendo en primer término lo que sí queremos para nuestra vida sin pasar por el viacrucis del sufrimiento para la sanación.

9.- Promueve la esperanza, la creatividad y el sentido de vida.
El miedo exacerbado paraliza, nos genera la idea de que cualquier movimiento nos llevará a perder lo más preciado que tenemos y nos puede orillar a la indefensión aprendida, mientras que la esperanza libera, nos plantea la eterna posibilidad de crear, buscar y encontrar nuevas alternativas no sólo para alcanzar la felicidad, sino para darle un sentido a cada momento vivido que nos encamina a la felicidad y bien-estar.
La esperanza que promueve la perspectiva de la Resiliencia nos permite confiar en que, en el momento adecuado, sabremos obtener el mejor de los aprendizajes de la peor de las situaciones y ponerlo al servicio de la construcción positiva de nuestro ser, nuestro andar y la común-unidad.
Encontraremos respuestas a preguntas que nunca antes nos habíamos planteado y seremos capaces de crear nuevas estrategias de afrontamiento con la certeza de que caminamos hacia nuestra propia utopía.

10.- Brinda segundas oportunidades y respeta los tiempos y procesos personales.
Sí. La Resiliencia y quienes creemos en ella sabemos que, "aunque el árbol crece toricdo y jamás su tronco endereza", tiene siempre la tendencia de elevar sus ramas a la luz, de fortalecer sus profundas raíces y seguir dando los frutos y sombras para los que el ecosistema le necesita y ha dado lugar en la existencia.
La resiliencia no busca que cada árbol (siguiendo con la analogía ) sea igual al de a lado pues reconoce, respeta y honra la biodiversidad, lo majestuoso de un bosque con sus distintas formas de vida que crecen y se desarrollan de maneras distintas, en diferentes épocas del año, que florecen de distinta manera, colores y aromas, y que su desarrollo siempre es el preciso cuando lo hacen de una manera cooperativa y en sintonía con el resto de la comunidad, de la vida y su florecer. Sabemos que el florecer y el soltar las hojas son todos procesos necesarios para seguir en común-unión y como parte de algo mas grande, trascendental. 




Tal vez, cuando escuches que alguien está en contra de la promoción de la resiliencia es porque no conoce de qué trata o, peor aún, porque lo sabe y ve en ella el riesgo de perder su poder, sus privilegios y la oportunidad de seguir sus intereses individualistas.

Tú, ¿porqué sí o porqué no promueves la resiliencia de manera consciente y constante?

sábado, 6 de febrero de 2016

10 razones para no trabajar desde la resiliencia (1a. Parte)


Hay un enorme boom del término de la resiliencia, hay quienes la entienden como algo individual y atado sólo a la motivación y optimismo, hay quienes lo entendemos más como un proceso de interacción constante entre lo personal y lo comunitario, con implicaciones políticas y de salud pública, y hay también sus detractores que creen que hablar de resiliencia es sólo juegos, simulación y autoayuda sin fundamento científico alguno.

Para todas y todos hay espacio de comunicación y construcción, por lo que considero es necesario hablar de los contras también así que, aquí, comparto algunas reflexiones surgidas de mi práctica, estudios y experiencia del porqué muchas personas o instituciones llegan a pensar que se debería evitar trabajar con la perspectiva de la resiliencia.



1.- Le quita lo mortificante a la vida (y le apuesta a lo vivificante). 

Las ciencias de la salud han logrado afianzar su éxito a partir del gran sufrimiento, miedo y culpa que algunas religiones occidentales establecieron como indispensables para alcanzar la "salvación" y,  durante muchos años, es a partir del terror a la enfermedad que tanto las industrias farmacéuticas como médicos, psicoanalistas y psicólogos en general han ofertado sus servicios, como la tabla de salvación ante tan "certeras muestras de muerte en vida". Cuando logran sembrar el miedo a lo desconocido y se erigen como única respuesta para evitarlo, tienen no sólo clientela fiel, sino devota y dependiente. Establecen su producto,  técnica o método como único camino a la "salvación" de la salud y la humanidad.

La resiliencia, por el contrario, le apuesta a la vida y a los diferentes elementos que nos mantienen en la salud, en la felicidad y el movimiento. En libertad y no dependencia a quienes se dicen "expertos" y sus formas de trabajo (y cobro).

Quienes verdaderamente trabajamos en el promoción de la resiliencia sabemos que no hay una única receta ni fórmula y que, en todos los casos, el/la profesional del salud y sus saberes no son los protagonistas de la vida de la persona o comunidad  que busca su salud y bienestar, sino un/a tutor/a o acompañante que buscará lo mejor posible en el tiempo que le toque coincidir en la vida de quien le busca, con un enfoque pro persona, su autonomía, dignidad y máximo nivel de calidad de vida y bienestar posibles.


2.- Pone a dialogar a varias disciplinas y experiencias de vida.

Si dialogar entre personas es complejo, requiere de tiempo, profundo interés por comprender y hacerse entender para crear algo nuevo y compartido, mucho más lo es entre disciplinas (y sus representantes) que durante tanto tiempo se han especializado sólo en su área, lenguaje y sistema de ideas con la rigurosidad científica necesaria para abonar verdadera y realmente al desarrollo de la humanidad.

La resiliencia busca crear ese espacio compartido y sistemático de experiencias y saberes de diferentes disciplinas científicas dando lugar también a las experiencias empíricas y sumando en una misma vía. Busca el diálogo profundo y al servicio particular en el caso, no del caso.

Más allá del eclectisismo, busca un enfoque holístico que integre, en un pensamiento complejo y ético, los diferentes saberes y sentires que ayudan al saludable desarrollo no sólo de la persona, sino de la comunidad, el ecosistema y todo a lo que trascienda, incluyendo generaciones venideras.

Si dialogar, acordar e integrar no es lo tuyo, ahórrate el cansancio y evita conocer de resiliencia y su ética promoción.

3.- Empodera a la población (identifica sus recursos y los potencializa).

Al reconocer que cada persona, grupo y comunidad tiene una historia, experiencias y bagaje distinto, la perspectiva de la resiliencia sabe, reconoce y visibiliza que las fortalezas y las estrategias para su uso ante determinada adversidad son únicas para cada situación y momento particular y que, si bien una ayuda externa puede movilizar o profundizar en ciertos aspectos que transforman la adversidad en oportunidad para el crecimiento, la/el verdadera/o profesional en resiliencia no buscará un modelo y forma única a repetir y multiplicar en cada lugar (muchas veces, más para su lucimiento personal), sino que fomentará la apertura de espacios de participación real en los que las personas decidan, con conocimiento de causa y consecuencia, qué estrategias utilizar para su propio saludable desarrollo y crecimiento como parte de algo más grande y trascendental.

Las personas, con este conocimiento, podrán entonces decidir de manera libre e informada, autodeterminada, cómo organizar sus propios recursos para su propio bienestar y el de su comunidad, reconociendo su PODER PARA una verdadera y profunda transformación y organización conjunta.
Vaya, tal vez hasta exijan que las instituciones cumplan con las funciones para las que fueron creadas y busquen la garantía de sus derechos para alcanzar el mayor nivel de calidad de vida y felicidad posibles, además de aportar sus propios saberes y creaciones para la comunidad en su conjunto.


4.- Hace que las personas dejen de depender del asistencialismo. 

Con una persona o comunidad empoderada, es más que evidente que el siguiente paso es que decidan a quién, cuándo, cómo y hasta qué nivel pedir apoyo y ayuda en redes de solidaridad, teniendo claro los niveles de implicación y compromiso. Y se organicen.

De esta manera, ni las personas ni las comunidades dependerán del Sujeto (o Institución) de Supuesto Saber y sus prácticas y perspectivas asistencialistas y directivas, porque reconocerán su propio poder para la transformación y organización colectiva y comunitaria, y usarán los recursos comunitarios sabiamente, para no tener que seguir dependiendo indefinidamente de ellos, ni agotarlos prematuramente. Sabrán que la asistencia o apoyo instrumental es necesario como parte de un proceso para su crecimiento, pero que no es lo único para alcanzar la sustentabilidad y autonomía.

Esto no es redituable para quien se enriquece con la pobreza y miseria ajena, ni seguro para quien vive gracias a las situaciones de opresión o sumisión ajenas, o gracias a la explotación del entorno.

Evite la resiliencia a toda costa si usted pertenece a estos grupos de poder. O juegue a que cree en ella y use la palabra para seguir legitimando su opresión y fascismo, sin dar pie a la verdadera participación ciudadana.

5.- Suma voluntades de varios sectores poblacionales y actores de la sociedad civil (y las coordina).

Cuando la resiliencia se trabaja a profundidad, se entiende que su desarrollo no es un proceso individual ni mucho menos aislado, que es indispensable tejer y fortalecer las redes de apoyo, cooperación y solidaridad y reconoce las fuerzas, funciones, responsabilidades y roles de cada actor social, grupo o institución involucrados en la transformación de la adversidad.

La resiliencia busca sumar, nuevamente a través del diálogo, la participación y la coordinación, dichos esfuerzos en los diferentes niveles, convirtiéndoles en mecanismos comunitarios al servicio de la salud, la felicidad y la justicia social, incluso para generaciones venideras y el medio ambiente, dando tiempo a los procesos de organización y toma de decisiones.

Coartar el diálogo, impedir la crítica e imposibilitar la participación para la toma de acuerdos comunes es dificultar el desarrollo resiliente de las comunidades y personas que la integran. La transformación de conflictos desde una cultura de paz es fundamental para el desarrollo de la resiliencia comunitaria.

Este esfuerzo por eliminar protagonismos y centralismo, toma de decisiones unilaterales e impositivas, por buscar una participación activa de la ciudadanía, es una razón de peso (y pesos $'s) para evitar trabajar la verdadera promoción de la resiliencia.

Escalera de participación ciudadana.


En común-unión, desde el reconocimiento y respeto a la dignidad, las diversidades y procesos, se construye y teje la resiliencia para el bien-estar compartido.

Continuamos con las otras 5 razones en un próximo post.
¿Qué opinas, hasta el momento?